Una de las grandes mentiras que nos repiten desde que somos jóvenes e ingresamos al mundo laboral es que “lo personal y lo profesional no se mezclan”. Al principio la creí y pensaba que genuinamente las personas teníamos que vivir una especie de vida dual en la que, por unas horas, éramos una persona y luego fingíamos ser alguien más. La madurez y los años me han demostrado que esto es imposible, ya que, por más “profesionales” que seamos, las experiencias en nuestro mundo laboral influyen en quienes somos en nuestra vida personal y viceversa. Quizá mostremos distintas facetas en diferentes ámbitos y al desempeñar distintas funciones, pero la persona es la misma.
A raíz de esto, más y más empresas se preocupan por la persona detrás del cargo, por su bienestar y su salud mental. Esto, aunque bondadoso, generoso y saludable, también tiene detrás intereses financieros: está comprobado que estas acciones tienen un efecto positivo en la persona, en sus niveles de compromiso, en su desempeño y, por ende, en los resultados de la organización (Gallup, 2022).
Para muchos la pandemia ya pasó, ya no existe, fue un trago amargo o una experiencia más. Muchos pudimos dar vuelta a la hoja y continuar. Hoy, varios queremos pretender que nada pasó; volvemos a la oficina, socializamos alrededor de la cafetera y nos conectamos con esos tiempos de la vieja normalidad. Para muchos otros, sin embargo, el dar vuelta a la hoja no resulta tan sencillo. Hay quienes experimentaron pérdidas importantes, situaciones dolorosas y altos niveles de estrés. Temas de salud mental que se tenían bajo algún grado de control fueron agudizados. La ansiedad, la depresión, el enfoque particular en el control, estos y otros aspectos se vieron agravados en parte importante de la población. Incluso en Estados Unidos se ha normalizado el término Fono (fear of normal, miedo a la normalidad).
¿Qué puedo hacer como líder si detecto que alguien en mi equipo quizá no lo esté pasando tan bien? ¿Cómo puedo identificar algunas señales y cómo puedo ayudar de la mejor manera?
Algunas señales que podemos observar:
• Incremento en episodios de enojo o irritabilidad.
• Ansiedad ante los cambios, incertidumbre, dificultad para tomar decisiones.
• Falta de motivación, que puede verse reflejada en una baja en el desempeño.
• Cansancio y agotamiento, incluso se pueden observar señales de falta de sueño.
• Tristeza, una falta de entusiasmo que no corresponde a su comportamiento habitual; baja en su nivel usual de socialización.
• Baja en sus niveles de concentración: la persona quizá comete más errores de lo usual, omite información, no logra concluir sus responsabilidades en tiempo y forma.
¿Qué podemos hacer con esto? Algunas recomendaciones para un líder que observe algunas de estas señales en uno o varios miembros de su equipo incluyen:
• Buscar la cercanía y usar la escucha activa y la comunicación empática. Es importante evitar comentarios como “No debes sentirte así” o “Necesitas echarle ganas para salir adelante”. Estos comentarios, aunque surjan de buenas intenciones, pueden resultar más dañinos que benéficos. Las personas que experimentan este tipo de emociones necesitan sentirse escuchadas y validadas. Es mejor hacer comentarios como “Entiendo que esto es muy difícil para ti” o “¿Hay algo que pueda hacer para apoyarte?”.
• Identificar a empleados que puedan estar experimentando depresión o ansiedad en niveles que pudiesen poner en riesgo su integridad y que requieran apoyo profesional.
• Fomentar la socialización en espacios seguros. Sabemos que la conexión emocional con las personas en el trabajo puede tener un efecto positivo en la salud mental de las personas.
• Liderar con la cabeza y con el corazón, teniendo expectativas realistas y siendo flexible en los espacios que sea posible.
Cuando una persona experimenta altos niveles de estrés y ansiedad, su cerebro se encuentra en modo de supervivencia. Vivir en este estado no es únicamente agotador para la persona, también limita comportamientos valiosos en las organizaciones, como la innovación, la colaboración y la integración. Por eso es crucial que los líderes comprendamos que este enfoque en liderar con el corazón no es un “extra” ni un lujo, sino una necesidad básica para el éxito de nuestras organizaciones.
Daniela Febre Domene
Socia fundadora de Umana Creative