Unboxed es una consultoría en innovación social que promueve la transición hacia una nueva economía en la que los negocios sean un motor de desarrollo sostenible. Entrevistamos a Alma Delia Ramírez, cofundadora y directora general de la empresa, quien sostiene que hoy día vemos una revolución, una resignificación del papel de los negocios en la sociedad y en la construcción del futuro hacia el que nos encaminamos.
Hasta hoy, Unboxed ha realizado 192 proyectos a partir del diseño y la implementación de estrategias que permiten a sus clientes mejorar su desempeño económico, social y ambiental, a la vez que incrementan su competitividad y permanencia en el mercado. Esta consultoría ha colaborado con cerca de 220 organizaciones, entre las que destacan Cemex, Soriana, Oxxo, Banregio, Arca Continental, Mary Kay o Fundación Frisa, e instituciones académicas como la UDEM, la UANL o el Tecnológico de Monterrey.
En entrevista para CAINTRA, Alma Delia Ramírez nos platica cuáles son los cambios que las organizaciones necesitan llevar a cabo para afrontar los retos que implica operar en un mercado cambiante y enfocado más que nunca en las personas y el medioambiente. Ante esta nueva realidad, Ramírez identifica tres grandes transformaciones que las organizaciones necesitan hacer para mantener su competitividad.
La primera es repensar la manera de hacer negocios a partir del entendimiento de la relación y dependencia de las empresas con el planeta. “Pensar en los negocios con el único fin de generar riqueza y empleos ya se quedó corto”, comenta Ramírez. Para ella es importante que las empresas reconozcan que, al igual que los seres humanos consumimos recursos y tenemos una huella negativa por el simple hecho de habitar el planeta, las empresas también producen efectos negativos por el único hecho de operar. Ante ello, invita a asumir la responsabilidad no sólo de minimizar esos efectos, sino de regenerar lo que ya consumen.
La segunda transformación que detalla se refiere a la humanización de las organizaciones. Dado el acelerado avance tecnológico, hoy se requiere maximizar las características que diferencian a los seres humanos de las máquinas. Es decir, es necesario hacer la transición de la idea de que “las personas en las organizaciones son un engrane más en una máquina de producir bienes, servicios y riquezas” hacia “explotar toda esa riqueza que implica ser humano, maximizarla y garantizar el bienestar de las personas dentro de las organizaciones”, afirma Ramírez.
CAMBIO DE PARADIGMA: “LAS PERSONAS NO SON UN RECURSO”
Para la empresaria es esencial que haya un cambio en el paradigma de que las personas son el recurso más importante de las empresas. “Las personas no son un recurso, son para quienes trabajamos y para quienes la empresa tiene que generar valor”, comenta. Se trata de una relación horizontal en la que las personas agregan valor al propósito de la organización, mientras que la organización aporta valor a la vida de las personas que colaboran en ella.
Ramírez asegura que una de las razones por las que hoy el mundo enfrenta gran cantidad de retos sociales, económicos, ambientales y de salud es porque en algún momento las organizaciones establecieron el objetivo de hacer dinero y normalizaron la utilización de las personas como un recurso, así como el uso indiscriminado de los recursos del planeta para lograrlo.
Frente a este escenario, Unboxed trabaja para “rediseñar esa fórmula” e impulsa el desarrollo de las organizaciones al conectar a personas, al planeta y el dinero. Y es que, para esta consultoría, las organizaciones deben tener la capacidad de ser rentables y producir riqueza utilizando el dinero sólo como un recurso que permite crear valor para las personas, ya sean colaboradores, accionistas, clientes, proveedores o las comunidades en las que operan, con el fin de “cuidar y mantener la casa común que es el planeta”.
El lema de Unboxed es: “Un buen negocio no solamente se trata del dinero que hace, sino de cómo hace el dinero que hace”. Esta empresa entiende que la responsabilidad social no va en función de las utilidades o de la cantidad de gente que en ella colabora, sino de cómo toma decisiones, cómo abraza sus valores y cómo opera en el día a día. Para ella, ésas son precisamente las acciones de mayor alcance y que llevan a las empresas de una responsabilidad social limitada a los donativos y el voluntariado a entender que la sostenibilidad implica cómo gestionan su negocio y cómo se relacionan con sus proveedores, sus empleados y el planeta mismo.
Ramírez asegura que, para muchos, integrar más criterios sociales y ambientales a la operación de las empresas aún es un tema de voluntad y convicción. Por fortuna, hay fuerzas importantes que impulsan esa transformación. Un ejemplo son las nuevas regulaciones que están llevando a las empresas a asumir la responsabilidad de cuidar a las personas y al planeta no como una opción ni como una cuestión filantrópica o de buena voluntad, sino como una responsabilidad intrínseca de la operación.
UNA SOCIEDAD QUE SE TRANSFORMA: “EL MUNDO YA CAMBIÓ, NO HAY VUELTA ATRÁS”
Las nuevas generaciones también son un factor que influye en este cambio, en primera instancia porque buscan ofrecer su tiempo y talento a organizaciones que reconozcan “que no viven para trabajar, sino que trabajar es un elemento dentro de su proyecto de vida”. En segundo plano, porque representan un mercado más exigente, más informado, que se cuestiona la manera en que las empresas producen, que es más selectivo en cuanto al tipo de productos y servicios que consume, y que comunica de manera más rápida y con mayor alcance su satisfacción o insatisfacción respecto a dichos productos o servicios. Y por último, como emprendedoras, estas mismas generaciones “se están atreviendo a hacer cosas más radicales, a crear organizaciones que nacen en estos nuevos moldes de empresas sociales y con propósito, lo que viene a satisfacer las necesidades de ese mercado”.
No obstante, Ramírez considera que México aún no es del todo consciente de que “el mundo ya cambió, que no hay vuelta atrás y eso implica que tengamos que transformarnos”. Ante ese escenario, asegura que organizaciones transversales como CAINTRA desempeñan un papel fundamental al comunicar los cambios que ocurren a escala mundial, para conducir a la comunidad industrial e empresarial en la misma dirección y mantener al país en el camino de la competitividad frente a las nuevas tendencias globales.
Ramírez comparte su visión de que “las transformaciones de la economía y el contexto nos están enfrentando a retos que ninguna empresa va a poder hacer frente sola”. Y es aquí que observa el tercer gran cambio que las empresas requieren efectuar: competir menos y colaborar más. En este sentido, sumarse a cámaras y grupos empresariales como CAINTRA, y ver a las empresas competidoras como aliados potenciales en el ámbito industrial será esencial para poder “avanzar y hacer frente a los retos que estamos enfrentando, para poder caminar juntos en esta transformación de paradigmas”.
Ella está convencida de que las grandes transformaciones en México deben provenir de los esfuerzos y los compromisos de industriales y empresarios, porque son quienes cuentan con la visión, el talento, el acceso al capital y el potencial para innovar. “Creo que estamos en el momento de asumir nuestro rol y construir el país que nos merecemos y que se merecen los que vienen después de nosotros”, continúa Ramírez.
Por ello, la empresaria invita a las organizaciones a invertir, investigar, educarse y no tener miedo a pedir ayuda, porque “no habrá empresa exitosa en una sociedad fallida”. Para Ramírez, si las organizaciones no comienzan a mirar hacia un horizonte a largo plazo, no habrá dónde operar ni dónde concretar sus objetivos y proyectos de negocios. “Asumamos ese protagonismo y ese potencial que tenemos como empresarios, como industriales, y seamos los agentes de cambio que nuestro país necesita”, concluye Ramírez.
por SILVIA SÁNCHEZ DE LA BARQUERA