Las empresas compiten a corto plazo por solvencia y supervivencia en varios sectores. A mediano y largo plazos se contiende por el valor agregado y la penetración en los mercados con productos y servicios cada vez más holísticos y digitales. Hace unos años, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (ocde) declaró que México tenía la oportunidad de ser una de las 10 economías más importantes del mundo en las siguientes tres décadas. Pero, de acuerdo con estimaciones actuales del Fondo Monetario Internacional (fmi), el valor de la economía mexicana disminuyó considerablemente en 2020 en cuanto a su producto interno bruto (pib). Con esto, México pierde un escalón en el ranking de las economías más grandes del mundo; será desplazado del lugar 15 al 16 en un listado que incluye 193 naciones, su peor nivel desde 1989. Y las proyecciones correspondientes muestran que se quedará en el lugar 16 del ranking al menos hasta 2025.
Ojalá el gobierno mexicano entienda que el bienestar depende también de la economía y la competitividad de empresas y negocios formales. Las empresas, las instituciones y los gobiernos más competitivos liderarán el futuro. Los temas de enfoque, calidad, innovación y estrategia definen quiénes serán los líderes del mercado. Se prevé que las empresas mexicanas empeoren, y aún más con el escenario de la crisis. México apenas se ubicó en el lugar 53 en cuanto a competitividad global (según el ranking 2020 de la universidad suiza imd), con lo que perdió tres lugares. En temas del marco institucional, México se desliza hasta el lugar 58; en infraestructura tecnológica se ubica en el 57, y tiene su peor calificación en educación, rubro en el que se sitúa en el lugar 62 del mundo. Italia y España tienen retos similares porque no han podido modernizar y fortalecer su economía.
Éste es un llamado urgente para que México aumente su competitividad y recupere el crecimiento rentable en 2021. En mi nuevo libro, Profitable Growth Strategy: 7 Proven Best Practices from German Companies (disponible en Amazon México [https://www.amazon.com.mx/Profitable-Growth-Strategy- practices-companies-ebook/dp/B08K3BRFLW]), describo siete prácticas de empresas alemanas que podrían ser buenos ejemplos para que México logre transformar a fondo su microeconomía. Las mejores prácticas que han implementado las empresas más exitosas de Alemania (enfoque, calidad, nicho, innovación, exportación, finanzas y planeación estratégica) son estrategias sostenibles a largo plazo. Hay 1 500 empresas alemanas, entre grandes y pymes, que lideran su nicho de mercado. Esto es único en todo el mundo.
Las pequeñas, medianas y grandes empresas mexicanas deben voltear hacia este modelo alemán porque puede habilitar el crecimiento y desarrollo de la economía mexicana. En Alemania, la economía se fortalece 95 % en su segmento de pymes. En México, sólo 50 % de la economía está apuntalado económicamente por las pymes. Más de 95 % de ellas no participan en las cadenas globales de valor por dos razones: no tienen información sobre las oportunidades y no tienen las certificaciones y capacitaciones necesarias.
Tanto el desarrollo de las pymes como hacer productiva la talentosa generación joven que tiene México son los dos pilares para el futuro crecimiento económico. Sin embargo, si no se atienden adecuadamente estos temas desde la política, la iniciativa privada y la academia, la gran oportunidad para México de estar en el top 10 de las economías internacionales se perderá. La meta es ayudar a México y sus empresas a hacerse más competitivos.
Si nos vamos a lo estatal, Nuevo León, Ciudad de México, Guanajuato, Querétaro, Aguascalientes y Coahuila siguen como los estados más competitivos a la hora de crear empleos formales. Sin embargo, considero que no se deben comparar con otros. Se deben comparar con el estado de Texas o con regiones como Lombardía, País Vasco, Ulsan (en Corea del Sur) o con el país número uno en competitividad (según el Foro Económico Mundial), que es Singapur.
México debe seguir apostando por el desarrollo de la industria 4.0 y continuar conectando las pymes estatales con las cadenas globales de valor. Las empresas mexicanas deben mejorar sus prácticas de comercialización y exportación. En México es esencial robustecer la macroeconomía y la inversión nacional, así como la ied. Pero lo más importante es que el país fortalezca su microeconomía. Hay que recordar que, en 25 años del tlcan, México tuvo un crecimiento en el comercio con Estados Unidos de más de 600% y de más de 800% respecto a Canadá. El t-mec –bien aprovechado por las empresas e inversiones mexicanas– tiene un potencial similar para los siguientes 10 a 20 años.
Si México no entiende que ciertos problemas tienen que ver con la aplicación de los recursos, la nueva generación mexicana tendrá un futuro muy difícil. En primer lugar, los empresarios y políticos deben entender y mejorar su propia productividad para poder invertir los recursos de modo adecuado. Esto implica también invertir en el capital humano. En definitiva, si México así lo quiere, podrá ser un jugador clave entre las principales economías del mundo. La solución para superar la crisis está en la competitividad.
por THOMAS MICHAEL HOGG
Escritor y columnista en El Financiero