EDUARDO GARZA T. FERNÁNDEZ
Presidente de CAINTRA Nuevo León 2001-2003
* Texto publicado originalmente en el libro CAINTRA Nuevo León. Valores que nos fortalecen (2004)
Haber sido el primer presidente de CAINTRA proveniente de la pequeña o mediana industria me sirvió para entender mejor las necesidades que viví y buscar reforzar el apoyo a estos sectores. Mi periodo comenzó en marzo de 2001, cuando se vivió una plena democracia en el país. Vicente Fox asumió la presidencia en diciembre de 2000 y dos meses después entré como presidente de CAINTRA.
Lo más importante que logré como presidente fue entender mejor la necesidad de la pequeña y mediana industria; entre esas dos realidades se inició un proceso de planeación estratégico participativo, donde intervino la mayoría de los ejecutivos de la cámara, representantes del consejo, así como representantes de la micro y mediana industria.
Los resultados fueron que, ante una situación de crisis económica y sobre todo de cambio, se requería mayor presencia y representatividad de los pequeños y medianos industriales en la cámara. Así surgió el concepto de revitalizar las zonas geográficas y las secciones especializadas.
Al iniciar esa labor, presencié la toma de posesión de nuevos presidentes de distintas zonas que, sin querer, habían desaparecido: la Oriente en Guadalupe, la Norte en San Nicolás y la Centro en Monterrey. Presencié cómo industriales pequeños y medianos sentían que la cámara se acercaba a ellos con mucho entusiasmo.
La industria en Nuevo León ha sido tradicionalmente manufacturera, muy relacionada al sector exportador nacional de la economía estadounidense, lo que impacta de modo doble aquí. Por ello, atestiguamos cómo cayeron las ventas de una gran cantidad de micro, pequeñas, medianas y grandes empresas enfocadas en el comercio internacional y la exportación directa o indirecta, por lo que había que tomar acciones concretas.
Me correspondió ese proceso de cambio, de elevar la productividad. Nos vimos en la necesidad de hacer un proceso de planeación y descubrimos que la cámara requería asumir un nuevo rol ante esa nueva realidad.
Había que entender la dificultad que hay para lograr consensos y aprendimos a establecer la estructura adecuada para lograr una mayor participación en los temas de interés nacional. Emulamos de alguna forma a países democráticos como Estados Unidos, que cuentan con despachos profesionales de cabildeo cuyo trabajo es estar atentos a las reformas para defender los distintos gremios de interés que hay en el país, como los textileros de Carolina, que tienen sus representantes en el Congreso.
Creamos la figura del presidente de empresa en secciones especializadas que defienda los intereses particulares de gremios pequeños, que solos no tienen un peso grande, pero con el apoyo de la cámara obtienen mayor impacto.
Iniciamos el proceso de buscar un representante permanente por parte de algún ejecutivo de la cámara para cada uno de esos gremios, lo cual permitió enten- der mejor nuestra misión de representar, defender y promover los intereses de la industria en Nuevo León.
Ese rol de cabildeo y de acerca- miento es la nueva realidad. Aquí lo importante es que la gran industria no olvide que en esos procesos también debe representar los intereses de la pequeña y mediana empresa.
Hoy creo que estamos en ese proceso de cambio y los nuevos ejecutivos de la cámara entienden mejor ese rol en el que, en mi época, hicimos mucho hincapié. Guillermo Dillon, el nuevo director, parece entender mejor la necesidad de la unión y la relación con el empresario pequeño y mediano que se sentía aislado y marginado, y que ahora tiene un mayor acercamiento con la cámara.
Para lograr nuestros objetivos, necesitamos realizar acciones específicas para mantenernos con éxito a lo largo del tiempo. Yo no sé si es valor o no, pero creo que los industriales debemos romper con la cultura de dependencia en la que, ante una realidad, en lugar de tomar acciones se busca culpables y responsables.
Considero que los empresarios e industriales de Nuevo León debemos tomar conciencia de que, lo que no hagamos por nosotros, nadie lo va a hacer. Ante una realidad de globalización y competitividad debemos ser independientes para enfrentarla con las armas y herramientas que tenemos.
Debemos asumir que la responsabilidad es nuestra y de nadie más, y de ahí partir para lograr consensos con otras áreas involucradas en el proceso de desarrollo del entorno en que se desenvuelve el quehacer industrial en todos los niveles.