El año 2020 fue complejo para la mayoría de las empresas. Mientras que algunas operaban con restricciones sanitarias, otras trataban de sobrevivir con una producción paralizada. Muchas se vieron afectadas por una caída de ingresos que se tradujo en pérdida de empleos. A más de un año de que la pandemia por Covid-19 alcanzara a México, la crisis continúa, pero algunas empresas han logrado salir avante. Crisér es una de ellas.
Crisér fue fundada en 1982 en Nuevo León por el ingeniero Sergio Rovira. Comenzó sus operaciones en una bodega en El Barrial, municipio de Santiago. Más tarde, la planta migró al municipio de Guadalupe, donde está ubicada hoy. Crisér es líder en cuanto a diseño, desarrollo y fabricación de piezas de plástico. Satisface al mercado de electrodomésticos, especialmente al de lavadoras, secadoras y estufas, además de fabricar algunas piezas para los sectores automotriz y médico. Entre la capacidad productiva de la empresa se cuentan los procesos de extrusión, inyección, termosoldado, impresión 3D, diseño de prototipos rápidos y taller de moldes.
Creo que en Crisér tenemos al equipo más fuerte de especialistas en plásticos en México. Y toda esta capacidad [productiva] la ofrecemos a nuestros clientes”, comparte Laura Rovira, directora general de Crisér e hija del fundador. La empresa tiene la certificación iso-9000, que da fe del control y la calidad del proceso productivo de la misma, además de la certificación c-tpat, que garantiza la seguridad de su cadena de suministro, pues al menos 40% de sus ventas son para exportación.
Pero lo que diferencia a Crisér es que busca ser responsable en todos los sentidos: con su personal, con sus clientes, con sus accionistas y con el medio ambiente. Laura cuenta que la empresa desarrolló un programa de reciclaje y ha plantado hasta ahora más de 196 árboles. “Tenemos en estos momentos a nuestro cuidado 66 árboles en la periferia de Crisér y en una plaza que acabamos de crear en conjunto con el municipio de Guadalupe”.
Sobre su personal, Laura comenta: “Cuidamos mucho a nuestra gente. Siento que somos un medio para mejorar la vida de las personas a través de un trabajo. Y pienso que estamos bendecidos porque podemos dar ese trabajo y llevar el pan a muchos hogares”. La empresaria reconoce el valor de la gente y presume con orgullo el capital intelectual que forma parte de Crisér, y que ha llevado a la empresa a patentar un sinnúmero de innovaciones.
Laura asegura que la clave del crecimiento de su personal es la capacitación que la empresa le brinda. Desde que los empleados entran a la empresa, son capacitados por medio de cursos, con el objetivo de incrementar sus capacidades. La empresa cuenta también con la Universidad Crisér, un espacio que ofrece a su personal cursos y capacitaciones relativos a cada puesto. “Tenemos instructores dentro de nuestra misma empresa, certificados ante la Secretaría del Trabajo, para que podamos desarrollar a nuestro personal”, dice Laura la empresaria.
Asimismo, Crisér ofrece un programa de educación primaria y secundaria en el que otorga puestos laborales a quienes no cuenten con estos certificados, con el compromiso de que concluyan su educación dentro de la empresa. Crisér trabaja en conjunto con el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (inea) para que los empleados puedan obtener sus certificados escolares. Hasta el momento, Crisér ha sido testigo de más de 190 graduados desde que comenzó este programa, en 1985. Laura expresa su satisfacción y su deseo de que más empresas repliquen este modelo.
Entre sus proyectos de responsabilidad social, Crisér tiene un programa de prevención de cáncer en la mujer con el que cada año, en octubre, se ofrece una revisión médica a todas las mujeres de la empresa, quienes conforman la mayor parte de la plantilla laboral. Este programa lleva hasta ahora más de 780 revisiones. Para 2021, la empresa planea extender las revisiones médicas al personal masculino.
Para Laura Rovira, el principal logro de Crisér en lo social y económico ha sido conservarse como una fuente confiable de trabajo y de ventas por más de 38 años, a pesar del “esfuerzo titánico” que ha significado mantener el trabajo, el esfuerzo y las ventas durante la pandemia por Covid-19. Laura cuenta que, a pesar de que 2020 fue un año muy complejo, se comprometieron para que los estragos de la pandemia no se vieran reflejados en pérdidas de empleo, por lo que la empresa no ha alterado su plantilla laboral.
La empresaria reconoce que en marzo de 2020, cuando la pandemia alcanzó a México, había pánico e incertidumbre. Crisér no sabía a qué se enfrentaba, por lo que, en Semana Santa, cerró las puertas de su planta, envió a sus empleados a casa y les otorgó una despensa, para mantenerlos lo más seguros y alejados de posibles de focos de contagio.
Laura cuenta que, al formar parte de una industria esencial, Crisér no podía parar su producción y se vio en la necesidad de regresar a operar en plena crisis sanitaria. En ese sentido, “ha sido vital mantener a nuestra gente segura y a nuestros clientes contentos. Y seguir el suministro puntual de nuestras obligaciones y nuestros productos”, asegura.
Para lograrlo, llevaron a cabo ciertos protocolos de prevención y actuación en caso de contagio. Entre estas medidas se cuenta con sanitización de las instalaciones, toma de temperatura y entrega de cubrebocas a empleados, migración del comedor interno hacia un área común exterior, modificaciones en las puertas de mayor flujo para transitar libremente sin tener contacto con ellas, contratación de un servicio de transporte exclusivo para empleados (disponible para los horarios de entrada y salida), reducción de tres a dos turnos diarios en planta, reducción del personal en las juntas, además de pláticas informativas para los empleados. “Intentamos disminuir las formas de contagio mediante cambios en la empresa. Nos abocamos a trabajar y a existir con el virus. Y creo que nos ha ido bien”, dice Laura.
Para ella, la clave para subsistir ante esta crisis sanitaria ha sido “aprender a coexistir con el virus y perderle el miedo. Quitarnos del lugar del miedo [y movernos] al lugar donde podamos estar seguros y estar bien. Eso es lo que nos ha hecho mantenernos”.
Empresaria, madre y guía. Entusiasta de la innovación y apasionada por el servicio social. Laura se define a sí misma como franca y optimista por naturaleza. Cuenta con siete patentes de su autoría, es guía de una casa hogar para niñas víctimas de maltrato y consejera activa de CAINTRA. En 2009 formó parte del consejo mayor de la cámara y también fungió como presidenta de CAINTRA Guadalupe. Formó parte de la Comisión de Enlace Legislativo y fue cocreadora de la Comisión de Mujeres Empresarias de CAINTRA. Actualmente participa de manera activa en el Consejo Pyme.
Laura confiesa que “en México, ser empresario es un deporte extremo. Te enfrentas a muchas cosas, te enfrentas a las autoridades, a muchas auditorías, a muchas mediciones, a muchos tropiezos en el camino”. No obstante, hay divisiones de CAINTRA, como el despacho legal de la cámara, que ofrece asesoría mercantil y laboral; el Centro de Competitividad de Monterrey (ccm), que brinda capacitación con el fin de hacer crecer a las empresas y mejorar su competitividad; el Centro de Capacitación de Manufactura Avanzada (amc2), que reespecializa al talento mexicano para lograr la transformación esbelta en las empresas; el Encuentro de Articulación de Cadenas de Valor, que apoya a las pymes para que sean proveedoras de la gran empresa, y el Consejo Mexicano de Comercio Exterior del Noreste (Comce Noreste), organismo asociado a la cámara cuyas actividades se enfocan en promover las exportaciones de las empresas del noreste del país, que “generan mucho valor (y son) un gran respaldo para los empresarios”.
Para ella, CAINTRA es un factor de cambio en México. “Es la cámara más fuerte de empresarios e industriales. Nos apoya como empresarios, pero, por otro lado, es la que puede crear un cambio junta a junta, autoridad con autoridad, e incidir para tener un México mejor”, señala la empresaria quien cree firmemente en que, de la mano de CAINTRA y de otros empresarios apasionados por servir, es posible hacer una diferencia en México. Si bien asegura que esta pandemia nos ha enseñado a todos “qué tan frágiles somos”, y a pesar de vivir un momento inédito, Laura agradece a todos los empresarios por creer que “un México mejor es posible, empleo por empleo, trabajo por trabajo, pieza por pieza. Gracias por eso”.
por SILVIA SÁNCHEZ DE LA BARQUERA
fotografías : JUAN RODRIGO LLAGUNO