Lo más probable es que alguien con quien trabajes tenga una enfermedad crónica o que, en algún momento, tú la padezcas. De hecho, casi 60% de los adultos en Estados Unidos viven con al menos una.
Las enfermedades crónicas pueden durar desde varios meses hasta toda una vida y presentan varias formas: artritis, diabetes, asma, cáncer, enfermedades cardiovasculares, enfermedades autoinmunes, depresión y otras más.
A pesar de esta omnipresencia, los líderes a menudo no están listos para ayudar a empleados con una enfermedad crónica. Un estudio realizado a más de mil individuos en Estados Unidos revela que 60% de ellos cree que sus jefes no están preparados para apoyar a un miembro del equipo con una condición médica seria o crónica. Mucha de su pobre preparación viene de una falta de conciencia, entendimiento y herramientas efectivas.
Ser diagnosticado con una enfermedad crónica puede ser un momento de grandes cambios –fisiológicos, psicológicos y emocionales–. Los primeros meses y años de esta nueva realidad pueden detonar un sentido de duelo abrumador sobre la pérdida de la vida anterior de esta persona. Los individuos deben aprender a navegar la complejidad de sus nuevas circunstancias mientras se adaptan.
Las personas con enfermedades crónicas se preocupan por que sus jefes piensen que son flojas o les falta motivación, ya que están muy conscientes del estigma y la impresión negativa que van de la mano con la enfermedad. Los individuos pueden cargar con una gran culpa por las pocas y limitadas contribuciones que hacen al trabajo y las consideraciones que necesitan. ¿Los demás los verán como personas débiles que no se merezcan un aumento o una promoción?
Pero, para las personas que viven con enfermedades crónicas, gestionar sus niveles de energía puede ser esencial para sobrevivir. Una fatiga extrema y debilitadora asociada a la enfermedad es uno de los síntomas más comunes que interfieren con el desempeño en el trabajo.
“He estado en situaciones en las que me han presionado de más o en una junta que dura más tiempo del previsto, y simplemente no tengo energía para regresar a mi casa o para comunicar lo que necesito de manera clara. Tuve que acostarme en el piso de mi oficina con la puerta cerrada hasta que mi esposo pudiera venir a recogerme. Es aterrador y vergonzoso”, comparte Sara, quien tiene una enfermedad autoinmune que amenaza su vida. “No quiero tener que forzar a la gente para que acabe una junta sólo por mis necesidades”.
Cuando descubres que un empleado tiene una enfermedad crónica, puede ser difícil saber qué hacer. ¿De qué tienes que estar consciente? ¿Debes tocar el tema con la persona? ¿Cómo puedes asegurarte de que el entorno que estás creando en el trabajo sea inclusivo?
Las enfermedades crónicas son un tema muy personal y privado, y algunas personas estarán más abiertas a discutirlo y aceptarlo que otras. No les preguntes a los empleados de manera directa si están “enfermos”, más bien debes crear un espacio para que ellos te digan cómo los podrás apoyar y facilitarles que puedan lograr una participación óptima. Aquí te damos varios consejos que te ayudarán para acercarte al tema con más seguridad y empatía.
SUPONER QUE UNA PERSONA PODRÁ HACER ALGO A PESAR DE QUE HA COMUNICADO QUE NO PUEDE ES UNA SEÑAL DE QUE EN VERDAD NO ENTIENDES LAS LIMITACIONES A LAS QUE SE ENFRENTA TU EMPLEADO.
Reflexiona sobre tus suposiciones y expectativas en cuanto a las habilidades de tus empleados cuando les asignes tareas y fechas de entrega. Por ejemplo, suponer que una persona podrá hacer algo a pesar de que ha comunicado que no puede hacerlo es una señal de que en verdad no entiendes las limitaciones a las que se enfrenta tu empleado. Para cultivar tu propia empatía y comprensión, considera qué información necesitas y haz tu propia investigación para tener un mejor sentido de la experiencia de tu empleado. También es importante retar los supuestos sobre lo que significa hacer “un gran trabajo” en una sociedad que a menudo celebra la sobrecarga laboral y empujarse a uno mismo hasta el límite. Como líder debes preguntarte: ¿a quién y qué elogias en el trabajo?, ¿valoras a las personas a las que ves mandando correos electrónicos tarde, trabajando toda la noche o presumiendo semanas laborales de 70 horas? Al contrario, ¿cómo hacer para celebrar las contribuciones de todos los empleados?
Es importante instruirse sobre las enfermedades crónicas para que puedas crear un entorno que se adapte a las necesidades de todos los empleados. Esto puede comenzar con una investigación básica sobre las enfermedades crónicas, así como con un acercamiento al departamento de recursos humanos para entender qué servicios están disponibles para los empleados y sus gerentes. Sólo así llegarás a tener una conversación uno a uno con tu empleado. Lo más importante es que no menciones la enfermedad en una junta grupal o en una instancia pública, a menos que la persona enferma te invite a hacerlo e inicie la discusión.
Si no estás seguro de cómo empezar, puedes preguntarles a tus empleados con una enfermedad crónica qué piensan que debes saber sobre su padecimiento. ¿Qué se necesita atender? ¿Qué han aprendido sobre ellos mismos y sus habilidades para gestionar su enfermedad? A veces pequeños cambios pueden hacer una diferencia enorme, tanto en lo físico como en lo psicológico. Estaría bien que les preguntaras si les gustaría hablar sobre su enfermedad de vez en cuando. Para muchos, la enfermedad cambia día a día y de año en año. Desarrollar confianza y un lenguaje en torno a la gestión constructiva de la enfermedad en el lugar de trabajo demuestra que está bien que pongan sus límites y que ajusten sus necesidades a lo largo del tiempo.
Enterarte de la enfermedad crónica de un empleado puede traer a flote emociones incómodas. Puede que sientas tristeza, preocupación, frustración, lástima, miedo o hasta impotencia. Éstas son tus propias emociones y no la responsabilidad de tu empleado. Es frecuente que se sienta un poco de envidia por las “ventajas” percibidas que se le ofrecen a la persona con una enfermedad crónica. La envidia puede ser una señal de que tienes que cuidar más de ti en el trabajo. Si sientes envidia de que alguien con una enfermedad crónica se pueda tomar toda la hora de la comida, trabaje desde casa o tenga horario flexible, considera hablar de tus propias necesidades con tu jefe.
Finalmente, hay otras oportunidades para que los líderes y sus organizaciones aborden y acojan a los empleados con enfermedades crónicas. La gestión de la salud, el bienestar y la energía es importante, y está desatendida cuando se habla de las necesidades de todos los empleados. Los enfermos crónicos a menudo se vuelven expertos en estar conscientes de sí mismos y gestionar su energía. Para que sigan haciendo su mejor trabajo, se ven forzados a conocer y defender sus necesidades. Su experiencia puede ofrecer lecciones valiosas para sus colegas, los que en este momento estén “sanos” y aquellos que deban confrontar su propia enfermedad crónica en un futuro.
por ALYSON MEISTER Y VICTORIA WOOLFREY*
© The New York Times Syndicate