Estoy sentada durante una reunión, viendo cómo pasan los minutos. No estoy muy segura de cómo interrumpir el flujo de voces que compiten para ser escuchadas y me hacen muy difícil poder decir una palabra.
Cuando las decisiones son de alto riesgo y personalidades obstinadas llenan las salas de juntas, mi respuesta, por defecto, es alejarme de la competencia y meterme en mi propia cabeza. Muchas veces salgo de reuniones regañándome por no haber contribuido en nada a la conversación.
Varios líderes luchan hoy por desempeñarse bien en reuniones con mucha presión, ya sea porque la ansiedad frente a su desempeño les causa un nivel agudizado de miedo o parálisis, o porque acaban compitiendo con sus jefes y compañeros que hablan demasiado y se extienden más allá de su espacio en la habitación. Mientras tanto, otros trabajan de manera valiente para insertarse en la conversación, pero son ignorados o vueltos invisibles por un sesgo implícito y normas grupales excluyentes.
Por suerte, la herramienta de la interrupción puede ayudar para alterar las normas del grupo y sacar a relucir las voces reservadas.
Por ejemplo, mi cliente Max (no es su nombre real) es director de recursos humanos en una compañía Fortune 500. Pasa la mayoría de sus días respondiendo preguntas duras con refinamiento y candidez. Pero la retroalimentación reciente de sus compañeros reveló que lo perciben como alguien que evita conversaciones difíciles y desordenadas en torno a la diversidad e inclusión. Él mismo admite que, cuando no tiene las palabras correctas, se puede congelar durante las juntas.
Por dos meses, Max ha estado probando una nueva táctica cuando esto sucede: interrumpir. Si la conversación se mueve hacia un tema tenso o complicado, Max irrumpe: “Yo sé que es complicado, pero quiero tratar de compartir mi perspectiva”, lo que le da la oportunidad de participar de forma contundente y prepara el camino para compartir las cosas aunque sea de manera imperfecta. Esta simple táctica le ha ayudado a estar presente y manifestarse sobre estos temas difíciles. También ha invitado a otros a participar en estas conversaciones retadoras.
Interrumpir es controversial. Cuando nos interrumpen, podemos sentir que nos faltaron al respeto y los hombres tienden a ver a las mujeres que lo hacen como groseras [https://news.stanford. edu/2018/05/02/exploring-interruption-conversation/]. El estilo conversacional y el contexto cultural también desempeñan su papel en cómo se percibe la interrupción.
Sin embargo, mientras buscamos construir lugares de trabajo más incluyentes, los líderes pueden aprender cómo interrumpir de manera respetuosa para hacerles un espacio a las voces que a menudo están silentes (incluyendo la suya). Los siguientes consejos pueden ayudarte a interrumpir con destreza para darte a notar y a tu equipo.
Observa las dinámicas de la conversación y los patrones que se dan en la habitación. ¿Quién está hablando y quién no? Hazte consciente de tus propias aportaciones. ¿Te estás conteniendo? ¿Estás compartiendo de más? Evalúa qué tanta seguridad psicológica se percibe en la junta y considera los temas que no se están tratando. También puedes revisar una grabación para identificar los patrones que no fueron visibles en ese momento.
Si tu tendencia es a retenerte, trata de hablar en el primer tercio de la junta. Cuando tomamos un riesgo y usamos nuestra voz al principio, podemos interrumpir la respuesta de miedo de la amígdala en nuestro cerebro, con lo que resulta más fácil hablar más tarde en la junta [https://pubmed.ncbi.nlm.nih. gov/17576282/]. Responde las preguntas pronto o conversa con algún colega antes de que empiece la reunión para acostumbrarte a hablar y a contribuir cuando las juntas sean más álgidas.
En su libro Subtle Acts of Exclusion, Tiffany Jana y Michael Baran hacen hincapié en la importancia de interrumpir las microagresiones en tiempo real con una frase sencilla para poner la acción en pausa y hacer que los demás se sientan cómodos. Los testigos pueden interrumpir al declarar una intención útil: “¿Podemos detenernos para discutir algo que acaban de mencionar? No creo que hayas querido decir nada con eso, pero…”; éste es un momento que sirve para reforzar la relación al comunicar que quieres ayudar, invitando a la persona en vez de alejarla.
En el coaching, la habilidad de decir algo de golpe les da a las personas el permiso para ser torpes, desordenadas y humanas en sus intentos por exponer la verdad. Decir las cosas de golpe nos permite expresarnos aun cuando no tengamos las palabras exactas o la manera perfecta para nombrar las cosas que necesitamos señalar. Interrumpe con frases que empiecen por lo personal, para situar tus observaciones desde tu propia experiencia. Por ejemplo: “He notado que Julio quería decir algo hace un rato, ¿podemos regresar a eso?” o “Noté que me estaba conteniendo de hablar sobre algo difícil”, o “Me di cuenta de que hay algo que quiero decir que es un poco complicado, ¿puedo tomarme un momento para poner en orden mis pensamientos?”.
Interrumpir de manera exitosa como equipo requiere una norma grupal para hacerlo con habilidad y respeto. ¿Las reglas culturales de tu empresa permiten las interrupciones o las castigan? ¿Qué temas y personas pueden tolerar una interrupción? ¿Para quién no es seguro o fácil interrumpir? Empieza una discusión entre los miembros de tu equipo para que estén todos conscientes de estas dinámicas.
Cuando interrumpas, lo más probable es que lo hagas de manera torpe y confusa. Está bien. Es una señal de que la práctica está funcionando. Con el tiempo encontrarás que será más fácil insertarte en un espacio y asegurarte de que sea seguro para los demás también. Serás más hábil para encontrar el momento correcto para interrumpir con fluidez y humildad, y puede ser que los sistemas y espacios de los que eres parte reciban bien tu interrupción.
por GIA STORMS
© The New York Times Syndicate